martes, 5 de abril de 2011

Exámenes escritos: ¡use el estilo visual!


Comúnmente se espera que los estudiantes que presentan exámenes escritos recuperen la información en un estilo de aprendizaje visual. Es muy cierto que la información que se vacía en el papel produce una imagen visual. Casi todos los cursos demandan que los estudiantes formen imágenes internas de la información, las almacenen y recuerden la información en imágenes para escribirla en un pedazo de papel.

Un ejemplo de este proceso es la ortografía. Los que tienen buena ortografía recuperan las palabras de su mente porque pueden “ver” una imagen de la palabra.

Escriben la palabra y luego la observan para ver si la apariencia de la palabra es correcta; de nuevo, un proceso de salida visual.

Las personas con buena ortografía no recuerdan una palabra al “escucharla”. Tampoco “sienten” la palabra que están tratando de recordar, simplemente porque no es una buena estrategia.

La mayoría de las materias también demandan que el estudiante haga representaciones en su mente para recuperar la información que ha sido almacenada.

Los lectores excelentes convierten las palabras impresas en una serie de imágenes en su mente y muy frecuentemente las acompañan de grandes emociones.

Cuando los buenos lectores recuerdan lo que han leído, no son las letras negras sobre una página blanca lo que almacenaron en sus mentes. Es casi imposible recordar todas las letras.

En cambio, el lector exitoso convierte las letras en imágenes y entonces recuerda las imágenes. La imagen dispara la respuesta y permite poner la información en la forma de palabras sobre un papel para un examen. Esto equivale a afirmar que “una imagen vale mil palabras”.

Puedes probarlo tu mismo. Imagina que has ido a ver una película después de que has leído el libro del mismo nombre. Generalmente, a la gente no le gusta tanto la película porque las imágenes que crearon en su mente no coinciden con la película que el productor creó. Por ejemplo, la mayoría de los lectores de la serie de libros de Harry Potter disfrutaron más la lectura con su recreación personal que la versión filmográfica.

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